viernes, 16 de octubre de 2009

YO, EL MUNDO, LA LITERATURA Y EL CHOCOLATE

Me gusta la literatura tanto como el chocolate. Y leo porque bebo o bebo porque leo. Tanto uno como el otro son imprescindibles para el conocimiento de la realidad y ambos nos estremecen los sentidos, los estimula y los desarrolla. Hay pueblos que han crecido bajo la cultura del chocolate. Los aztecas bebían todas las mañanas una taza de chocolate caliente con chile. Los Mayas preparaban brebajes de cacao para sacrificios y ritos iniciativos, para después celebrarlo con un poco de tcholocath (vino de cacao) de la que estaba prohibida la ingesta de más de tres jarras. Ambos ya creían en el carácter afrodisíaco del cacao, el cual les otorgaba fuerza y vigor al mezclarlo con vino, pimentón y pimienta. El resultado era amargo pero enriquecedor en el espacio del amor. Por eso me gusta la literatura, por su elemento maravilloso, como desafío de lo imposible, y por eso mismo me gusta el chocolate. Uno y el otro dependen del origen del universo y de la imagen del mundo de cada época. Siempre se ha escrito a partir de unas coordenadas físicas de la realidad, aunque esa termine convirtiéndose en mágica. Siempre se ha considerado la tierra y sus productos como origen de la vida. Por eso, cuando digo que para mí el origen del universo empieza con el chocolate la gente se ríe. Pero si dijera que toda literatura está hecha de literatura, a lo mejor me llamarían formalista, estructuralista o semiótico. Pero es entonces cuando me acuerdo de Daniel Peter que en 1876 fabrica el primer chocolate con leche. Y pienso en lo bueno que está. Y doy gracias a los Mayas y los Aztecas por cultivar el cacao, doy gracias a fray Olmedo por ser el primer exportador de chocolate a la vieja Europa en 1522… Me acuerdo de todos y me entran ganas de leer. De dar sentido a la irracionalidad de la realidad… De buscar certezas ocultas en cada página y de llegar al centro de cada novela. Porque una cosa sí tengo muy clara: la literatura y el chocolate, se sirva frío o caliente, con pimienta o naranja, en novela o en poesía, con leche o con un poco de drama… sea como sea, los dos me crean adicción.

1 comentario:

Adel dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo,me encanta la lectura,forma parte de mi día a día,pero también el chocolate,hummmmmmmmmmmm.